Esta Copa tuvo otro sabor, pero uno muy conocido. No fue como la del 10 de julio donde mi cabeza y mi corazón latían por vos, María. Y dejaron de latir cuando en el segundo tiempo nos dijiste adiós. Esta Copa la viví en una situación muy similar, papá otra vez desde el hospital. Lejos. Pero presente. Como en el 2020, cuando las videollamadas nos mantenían cerca pero a la vez no alcanzaba y nos dejaba esa sensación de vacío.